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Leyenda de la Campana Milagrosa

 

Campana del milagro (Campana central) - FERNÁNDEZ SALINAS, Fernando

Muchas son las leyendas de los pueblos de Aragón, pero pocas tuvieron el alcance de la leyenda de la campana de Velilla, que se dice tiene la propiedad de tocar sola como presagio de mal augurio.

Previo a la construcción de la actual torre, en la ermita de San Nicolás de Bari, había tres pilares al descubierto, y entre ellos dos campanas. La campana situada a la derecha es la llamada la milagrosa, y la primera en tañir por si misma, su compañera de la izquierda, llamada Águeda, demostró tener esta misma cualidad a principios del siglo XVII. A este par se unió una tercera campana, a la que se le dio el nombre de María Nicolasa, fundida en el año 1655, y la cual también llegó a tañir sola en alguna ocasión.

La campana del milagro contaba con un diámetro de diez palmos, algo hendida, por un lado, lo que le da un sonido quebrado, en sus lados de oriente y poniente dos crucifijos, a cuyos lados hay dos imágenes, una de la Virgen y otra de San Juan Evangelista. Hacia el Mediodía y al Septentrión, dos cruces. A lo largo de su circuito aparece el verso de la Sybila Cuméa: “Christus rex venit in pace, & Deus homo factus est”.

Se dice que la primera vez que se la vio fue en las aguas de los mares del levante, ahí donde el río Ebro se une con el mar Mediterráneo. Los lugareños que la vieron quedaron fascinados con el objeto que el agua les ofrecía, y de eso modo la siguieron para tratar de alcanzarla, cuál fue su sorpresa cuando la campana desapareció en las profundidades, como tratando de protegerse de aquellos que querían hacerse con ella. No volvió a ser vista hasta que el peligro de ser sacada de las aguas desapareció, y así emprendió un camino a contracorriente, subiendo por el cauce del río, cada vez que alguien de las poblaciones ribereñas trataba de hacerse con ella, se volvía a hundir. El camino de la campana milagrosa terminó frente al territorio de Velilla de Ebro, allí dos doncellas la sacaron del agua. Aquellos que fueron testigos del suceso lo tomaron como un designio de Dios, y es por ello que fue colocada en el lugar en el que hoy podemos verla, desde entonces se le rinde culto.

Esto es lo que nos cuenta la tradición, algunos autores, como Blasco de Lanuza, se declinan por la teoría de que la campana fue fundida por los godos. También se atribuye su creación al obispo de Nola, San Paulino, quien se creía inventó las campanas, teoría que ya ha sido calificada como errónea. La última teoría sobre su origen nos la aporta Juan Ortiz Salvatierra, quien en un discurso a Felipe III indicó que había sido un regalo hecho a los Reyes Católicos, y que fueron ellos quienes mandaron colocarla en la ermita. Otra teoría acerca de esta campana es que entre los metales con los que fue fundida se encuentra una de las treinta monedas por las que Judas traicionó a Cristo.

La mayoría de sus augurios han sido sobre el destino de clérigos, la propia Iglesia, la monarquía o guerras. Entre otros destacan cuando los judíos dieron muerte al primer Inquisidor de Aragón, el Maestro Pedro Darbués de Épila en el año 1485. En el año 1492 predijo cuando Fernando el Católico fue herido por Juan de Cañamás en Barcelona, también la muerte de varios monarcas, como Carlos V, su mujer Doña Isabel, y sus hermanas Doña Leonor Reina de Francia y Doña María Reina de Hungría. Avisó del levantamiento de los moriscos de Granada, y de las revueltas en Flandes. En el año 1629 avisó de la hambruna que llegaría al año siguiente. La última vez que esta campana toco sola fue en el año 1667, su sonido duró hora y media, en otras ocasiones había llegado a durar hasta tres días enteros.

Su compañera, Águeda, contaba con once palmos de diámetro, y una altura de tres palmos y un dedo. En su parte superior tenía la inscripción “Christus vivit, Christus regnat, Christus imperat, Christus ab omni malo nos defendat” junto con la fecha de su fundición, 1459. Bajo esta inscripción contaba con un relieve de un Ecce Homo y la cifra 38 en números latinos, cuyo significado se desconoce. En su parte inferior aparecía cuatro veces la frase “Deum laudamus” con representaciones de un Ecce Homo, imágenes de la pasión y una imagen de la Virgen con su hijo en brazos. También aparecía una cruz sobre una columna, al estilo de las de la Orden San Juan.

La primera vez que esta campana tocó por si sola fue en el año 1652, cuando un vecino del pueblo acudió a las proximidades de la iglesia al oírla, allí solo se encontraba un ermitaño. Al ver lo que estaba sucediendo regresó al pueblo para avisar de tal hazaña. Muchos fueron los que se acercaron a las proximidades de San Nicolás para ser testigos, pero esta paró, retomando la actividad unas horas más tarde, y de nuevo 4 días después. Este aviso milagroso se atribuye a la rebelión de Cataluña contra Castilla.

La tercera campana, María Nicolasa, tenía un tamaño similar a sus compañeras, con diez palmos menos cuatro dedos de diámetro y tres palmos menos tres dedos de altura. En su cuerpo había una cruz en forma de punta de diamantes, de la que pendía una sierpecilla. Esta campana se fundió debido a que la milagrosa se encontraba ya en muy mal estado, y se le puso la lengua de esta. Esta campana tocó en el año 1663 prediciendo la invasión de Hungría por los turcos, y en el año 1674 como presagio de las guerras que habría en Europa un año después.

Muchas son las teorías que han tratado de dar raciocinio a esta leyenda, tratando de explicar el por qué la campana llegaba a tocar sola, dicen que en algunos de los momentos que esto sucedió había un aire huracanado, pero no esto no da explicación a por qué cuando una de las campanas tocaba el resto permanecían sin movimiento alguno. Otra de las teorías es que el campanero es el mismísimo diablo.

Para finales del siglo XVII la milagrosa se encontraba en muy mal estado por lo que se decidió refundirla. A este estado hay que añadirle que algunos de los vecinos se llevaban un pedazo de la campana a modo de amuleto. Tal era su estado que ya no podía tocarse, por lo que se tomó la decisión de refundirla en el año 1841. La campana moderna no conserva todo el material de su predecesora, como sobro bastante de este, se repartió entre los vecinos de Velilla. En cuanto a sus compañeras, se desconoce su fin, únicamente se sabe que fue anterior al de la campana milagrosa.

 

 

BILIOGRAFÍA

Nicolás, Andrés. Historia de la villa de Velilla de Ebro. Zaragoza: Diputación de Zaragoza, 2008. Pp 63-91


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